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FRANCISCO

2023

modelo, diseñador de moda FRANCISCO SILVA
dirección artística/fotografía GABRIEL VENZI

texto MARIA EDUARDA VERÍSSIMO

estudio VIGA

No es necesario que describa tanto estas imágenes para ustedes, ya que en muchos textos traduzco el lenguaje visual de la moda para hacerlo accesible a quienes no están tan atentos. Francisco Silva las hace accesibles, y Francisco trata sobre accesibilidad, libertad, fuerza y sensualidad.

El joven de 26 años, nacido en la periferia de Juiz de Fora, creció en un hogar rodeado de amor y apoyo de sus padres. Fue un niño Queer y, como todos estos niños, tuvo miedo de vestirse y comportarse como deseaba. Pero en su historia, hubo un hogar que era refugio, un refugio que ofrecía protección, protección que fomentó, y estímulo que permitió que el niño se destacara en un camino de conquista de espacios y representatividad.

Fue en el Centro Cultural Dnar Rocha y a través del programa Gente em Primeiro Lugar que todo comenzó. Años después, se unió profesionalmente al grupo de Hip Hop, Remiwl, donde, según los profesores Israel Alves, Miranda y Bruno Barbosa, también negros y periféricos, no era suficiente memorizar los movimientos rítmicos con música; era necesario estudiar sobre la danza. Despertaron curiosidad y destacaron que el conocimiento empodera. Esta lección de Remiwl fue lo que Francisco llevó consigo para toda la vida y, más allá de la danza, a través de investigaciones, logró entender su sexualidad, ganando confianza para expresar cada vez más su estilo y descubriendo una pasión por la que, como autodidacta, conectó la coreografía: la moda.

El producto de moda, la ropa, es capaz de generar un movimiento más allá del propio cuerpo. El impacto del vestuario es uno de los instrumentos que componen la orquesta que forma el ballet: los cuerpos se mueven, la ropa acompaña, las luces golpean, la ropa refleja, se da el salto, la ropa evidencia. Francisco emergió en las calles y, a partir del vestuario, comenzó a vestir su identidad. Sin escapatoria, se dirigió hacia la escena Ballroom.

La Ballroom tiene sus orígenes en los Estados Unidos en la década de 1970, como respuesta a la necesidad de reafirmación de los cuerpos negros LGBT y la conquista de espacios para esas existencias como un acto de resistencia al racismo impuesto en ese período, especialmente dirigido a la comunidad travesti, trans, negra y latina. Estas personas formaban casas (Houses de Vogue) que eran más que grupos de competencia; eran estructuras familiares afectuosas, resultado del apoyo brindado a aquellos que fueron abandonados por sus padres biológicos o tuvieron que abandonar sus hogares debido a realidades hostiles. Estas casas competían en términos de vestuario y actuación, creando un espectáculo cultural y creativo que evolucionó y ganó notoriedad y respeto. Más tarde, Madonna y su fenómeno Vogue contribuyeron significativamente a la difusión de la danza que lleva el nombre de su canción. La danza Voguing llegó antes que la Ballroom por aquí, pero como parte inherente de ella, hoy, ¡incluso Juiz de Fora está en llamas!

Como todo movimiento cultural emergente, la Ballroom tuvo sus orígenes en un entorno de segregación y marginación, convirtiéndose en un movimiento político en celebración de la diversidad. Por eso, alberga nombres emblemáticos de la escena como Venus Xtravaganza (1965-1988), Pepper LaBeija (1948-2003) y Willi Ninja (1961-2006), nombres constantemente recordados y mantenidos vivos en la actualidad, como símbolos de resistencia, siendo responsables de allanar el camino y humanizar vivencias como la de Francisco. La historia de la Ballroom tiene muchas documentaciones debido a la importancia memorable en la marcha LGBTQIAP+, y la síntesis más indicada está debidamente registrada en el documental dirigido por Jennie Livingston, Paris is Burning (1990), una crónica precisa para aquellos que deseen profundizar.

Volviendo a Francisco, en su trayectoria, los proyectos sociales y el estímulo cultural fueron extremadamente importantes para su formación. Hoy, devuelve al mundo lo que alguna vez recibió, dando clases de baile en una academia que, según él, está compuesta por cien empleados, de los cuales siete son personas negras. También ha dado clases a niños en el Programa Curumim y cuenta que, cuando los niños cuestionaban su apariencia, de manera sutil, explicaba que le gustaban las uñas de colores o el cabello diferente, y luego devolvía la pregunta: "Y ustedes, ¿de qué les gusta?" Él, que alguna vez fue ese niño, ahora ilumina a la nueva generación.

En la moda, actúa como estilista, diseñador y productor, y pueden ver sus hermosos trabajos en el perfil de Instagram, @csj_francisco. Cuando une estas creaciones al Ballroom, su potencial se eleva. A Francisco le gusta jugar con las múltiples personalidades que puede expresar a través de la ropa, y es esa sensación de libertad extrema lo que lo atrae tanto en la moda como en las actuaciones. En el Ballroom, las categorías son infinitas. Hubo un tiempo en que estos grupos competían para ver quién se acercaba mejor a la representación del ideal blanco y aristocrático. Los pasillos del Ballroom eran espacios para ensayar y soñar con un futuro incierto, una realidad social deseada en sus sueños más profundos. Con el tiempo, las categorías comenzaron a abarcar sentimientos más pertenecientes a sus orígenes periféricos, al amor por su propia existencia, la autovalorización y los movimientos emergentes de la actualidad.

O que percebemos na história de Francisco, que difere dos registros históricos, é a presença de amor e respeito familiar. De tantos pais que expulsam seus filhos de casa, os seus são aliados e entusiastas. Sua mãe o elogia, incentiva, ajuda e comemora, e seu pai investe como pode, tendo até trocado um serviço prestado por máquinas de costura que dão vida ao impactante trabalho do filho, figurinos que ele cria para si e para integrantes da cena regional. O macacão que ele veste nas fotos deste trabalho, é um exemplo, inspirado nas silhuetas recortadas dos catsuits da Mugler de Casey Cadwallader.   

Em suma, a cultura existente no Ballroom, é uma cultura de amor, de suporte e segurança vivida e repassada através da arte, da dança e da música. É ao conectar esses pilares à relação de apoio que Francisco tem com seus pais que podemos reafirmar a importância e o significado desses espaços seguros na formação da comunidade Queer. Até hoje, mesmo numa realidade mais equilibrada que a dos anos 70, são nesses espaços que muitas mentes criativas se encontram e tornam-se livres, Fracisco, inclusive, foi adotado como “Prince Submundo”- seu nome adotivo - pela Casa de Cosmos, do Rio de Janeiro, guiada pela Legendary Mother Vitória Jovem Cosmos. Até então ele era um 007, como são chamadas as pessoas que competem de forma individual, e agora divide suas habilidades artísticas e seus afetos com a casa à qual representa em Juiz de Fora.

Nessas fotos, vocês conferem tudo isso, o corpo fala, a roupa potencializa! 

Francisco, 10! 10! 10, across the board!

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